lunes, 31 de marzo de 2008

Una colaboración de "Cambio Cultural".....gracias.-

Confusiones y Autocuidado

Coloquialmente hablando, cuando se habla de autocuidado suele pasar una de tres cosas:

1) Te miran con cara de nada, porque no entienden de qué estás hablando: ¿qué nuevo invento es éste de autocuidado? ¿de qué se trata? Imagino que esta reacción es más frecuente en equipos del área productiva, equipos muy jerarquizados o sin mucha conexión con el tema.

2) Te miran con cara de felicidad y dicen “sí claro, por supuesto, tenemos que autocuidarnos, ¿cuándo va el asado o el día libre?”. Esto es frecuente en equipos psicosociales o que tienen alguna noción del tema, pero no demasiado profunda.

3) Te miran con cara de desconfianza o susto y dicen “yaaa?... pero… ¿qué vamos a hacer en concreto? … yo no sé si necesito tanto eso de autocuidado…”. Esa respuesta es típica de equipos que sí han escuchado del tema o tenido alguna experiencia, pero ésta ha sido poco afortunada y se ha sentado un precedente negativo.

Son pocos los equipos y personas que tienen nociones más claras acerca de qué hablamos o qué dimensiones engloba o puede englobar el autocuidado, así como existen confusiones entre lo que corresponde a la empresa o institución y lo que corresponde a los equipos y al propio individuo.

La verdad, cuando se habla de autocuidado se suele englobar montones de cosas diferentes: desde el tradicional asado anual hasta seminarios de estrategias contra el estrés, desde guerras de paintball hasta meditación con cuarzos, pasando por ejercicios de relajación, minutos de confianza, hablar de los sentimientos, etc., además de la muy distinta periodicidad que se puede entregar a cualquiera de estas actividades.

El tema es que sin una adecuada claridad acerca de lo que se plantea y lo que se quiere lograr, existe una alta posibilidad de que se generen expectativas confusas, “ruidos”, temores y hasta procesos que se desbordan o se abortan sobre la marcha porque generaron desestructura en el quehacer de la organización.

Por lo pronto, me atrevo a plantear que resulta en general recomendable realizar al menos dos pasos para instalar algún proceso de autocuidado (asumiendo que se desea instalar un proceso y no sólo hacer un “evento”):

1) Desarrollar alguna conversación de equipo que revise posibles dimensiones que se desea intervenir, clarificando cuál es el sistema y objetivos que mejor se ajusta a la organización; para lo cual resulta muy relevante examinar desde dónde surge idea o necesidad de hacer autocuidado.

2) Desarrollar conversaciones de validación de los espacios de autocuidado hacia los superiores o directivos, de manera que no genere suspicacias ni se entienda como “sacar la vuelta” o eludir el trabajo.

En fin, hay muchos temas que abordar para ir instalando una cultura de autocuidado, que contribuya a un mejor desarrollo y satisfacción tanto para el individuo como la organización. En una futura entrega plantearé una propuesta de dimensiones susceptibles de abordar a través de procesos de autocuidado.
Hasta la próxima.

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